Prosigue SUPRAPHON su colosal edición Karel Ancerl (Gold Edition), que prevé el lanzamiento de un total de ¡42 compactos!, nutridos con fondos procedentes de grabaciones y conciertos ofrecidos por el energético y cada día más universalmente reconocido maestro checo, nacido en la pequeña localidad bohemia de Tucapy, el 11 de abril de 1908 y fallecido en Toronto (Canadá), el 3 de julio de 1973. El impulso, vigor y rigor que siempre desprenden sus versiones surge del magisterio de sus ilustrísimos maestros Václav Talich y Hermann Scherchen, pero también de la inteligente sensibilidad de quien, en los ambientes musicales, fue uno de los maestros más respetables y admirados de su generación. Así lo avala su formidable trabajo al frente de la Filarmónica Checa -orquesta de la que fue titular entre 1950 y 1968-, ahora recuperado y puesto a disposición de todos para disfrutar, en estupendas condiciones de sonido, de uno de los momentos más fecundos de la música centroeuropea del siglo XX.
Esta nueva entrega, compuesta, como la primera, por seis compactos cuidadosamente reprocesados y editados, comprende una sustancial representación de música checa, de la que Ancerl, como todos sus compatriotas y colegas, fue fervoroso defensor y difusor. La joya más preciosa de la entrega es un compacto que incluye la impresionante e insuperable versión de la Misa Glagolítica de Janácek grabada en abril de 1963 en la Sala Dvorák de la Rudolfinum, en Praga.
Orquesta -la Filarmónica Checa, claro-, coro -el Filarmónico de Praga- y los cuatro solistas vocales (también el organista Jaroslav Vodrázka, sencillamente genial en el Postludium de la misa) se entregan al dictado del maestro para coronar una lectura electrizante cuya intensidad y emotividad tocan directamente el alma del atento oyente. La grabación, distinguida en 1964 con el Grand Prix du Disque de L'Academie Charles Cros, no es ajena a nada. En definitiva, un tesoro que, tanto por el interés excepcional de la obra como por el de la versión, todo melómano sensible y despierto debiera de tener cerca de la mesilla de noche.
Tan sobrecogedor y en todos los sentidos maravilloso compacto janácekiano se completa con otra referencia imprescindible: el descriptivo y rapsódico Taras Bulba grabado por Ancerl y sus fieles profesores de la Filarmónica Checa en mayo de 1961. Desde el camerístico inicio, con su lírico y entristecido canto del oboe, hasta el impresionante final, que describe la muerte de Taras Bulba, la emoción invade de principio a fin esta realización magistral, cargada de calidad, dramatismo y sentir, en la que el maestro elude la retórica para centrarse en una expresividad concisa y objetiva que no hace sino incidir en su carácter comunicativo.
Los otros tres discos "checos" no se quedan a la zaga en cuanto a interés y calidades. El primero recoge un monográfico Martinu que reúne su injustamente poco conocido Tercer concierto para piano y orquesta (con la colaboración solista del sutil y sabio pianista Josef Pálenícek) y el popular y pintoresco ciclo de canciones Ramo de flores, concebido en 1937 para solistas, coro infantil, coro y orquesta, y para el que los filarmónicos checos y Ancerl contaron con un muy idóneo cuarteto vocal checo. Los músicos se sumergen en su raíz folclórica para cuajar una versión intensamente coloreada en la que lucen las calidades instrumentales de los profesores checos y la reputada calidad de sus voces.
Un nuevo disco contiene el bellísimo Concierto para violín Dvorák, tan absurdamente eclipsado por su hermano violonchelístico. La versión, profundamente checa, profundamente auténtica, llega avalada por el autorizado violín del célebre Josef Suk (nieto del compositor, nacido en 1929), quien también toca la bucólica Romanza en fa menor para violín y orquesta que compuso su abuelo en 1877. La implicación entre solista, orquesta y director es absoluta, como también ocurre en la Fantasía en sol menor para violín y orquesta del compositor Josef Suk(1874-1935), yerno de Dvorák y padre del violinista. La representación checa se completa con un compacto que recoge obras de dos importantes compositores de música checa del siglo XX: el marginado y humanista Miloslav Kabelác (1908-1979) y Jan Hanu_ (1915), de quien se presenta su atractiva Sinfonía concertante para órgano, arpa, timbales y cuerda , compuesta entre 1953 y 1954.
Algo menos codiciables son los dos últimos compactos de esta segunda y no por ello menos bienvenida entrega. Aunque ¿cómo rechazar un concierto de Prokófiev tocado por Sviatoslav Richter? Eso es, nada menos, la gran maravilla que incluye el disco íntegramente dedicado al creador de El amor de las tres naranjas. Excepcional-mente, y como única vez en estos seis compactos, la Filarmónica Checa es reemplazada aquí por su hermana menor, la Sinfónica de Praga. Cuidado por la batuta cómplice y dispuesta de Ancerl, Richter está pletórico en esta grabación de estudio del Primer Concierto para piano y orquesta, producida en diciembre de 1953, cuando el coloso del piano contaba 38 años y era aún un absoluto desconocido al oeste del Telón de Acero. Es un documento excepcional y, probablemente, la mejor versión disponible del concierto, que supera incluso a las que existen de Richter procedentes de la Unión Soviética. Menos interés brinda la velozmente dirigida Sinfonía Clásica que abre el disco (en cuyo Allegro los maravillosos violines de la Filarmónica Checa están menos finos que de costumbre) y una versión del Segundo Concierto de piano de Prokófiev (al teclado la pianista Dagmar Baloghová) que palidece ante el prodigio demasiado vecino de Richter. Por fin, un disco de primeras sinfonías (Brahms y Beethoven), grabado en 1953 (Beethoven) y 1962, cierra con tintes universales esta nueva fase de una edición discográfica, que como sugiere su nombre, es oro fino.

Justo Romero
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